León Felipe. Un verso en la trinchera.

Este programa número 123 de Alegría Literaria, está dedicado al poeta León Felipe, a la obra recientemente publicada «Un verso en la trinchera. El grito revolucionario de León Felipe» de Jordi Maíz Chacón y Carlos Coca, y a su poema «La Insignia».

La vida del poeta León Felipe fue un constante deambular. En ese largo camino consiguió encontrarse con personajes situados en el extremo más potente de la periferia: anarquistas, judíos, artistas bohemios, exiliados, poetas errantes y revolucionarios de toda índole. Todos ellos dejaron su huella en el escritor, quien decidió recordarlos en sus versos a modo de eterno homenaje.

Este libro no pretende ser una biografía más de León Felipe. En él se van narrando varias historias que tienen como nexo común a uno de nuestros literatos más universales.
Reseña de «Un verso en la trinchera. El grito revolucionario de León Felipe», de Jordi Maíz y Carlos Coca.

León Felipe en el recital poético de «La Insignia» en el cine Coliseum de Barcelona (1937)

León Camino Galicia de la Rosa, conocido como León Felipe, nació en Tábara, Zamora, el 11 de abril de 1884. Nació en una familia acomodada, su padre era notario. Pasó su infancia en Sequeros, Salamanca, y en 1893 se trasladó con su familia a Santander.

Tras estudiar en Madrid, ejerció de farmacéutico en varias ciudades al tiempo que trabajaba como actor para una compañía de teatro itinerante.

Permaneció tres años en la cárcel (1914-1917), convicto de desfalco. En la cárcel comenzó una relación doble con la poesía, pero también con la figura de Cervantes…

Si se toma como referencia el poema «Escuela» del Libro Octavo de ¡Oh, este y viejo violín!, el poeta va señalando los hitos vitales que marcaron su devenir futuro. Su existencia, en una primera etapa, se caracterizó por la baja bohemia y la delincuencia, que le llevó a la cárcel, donde penó sus culpas durante tres años «como delincuente vulgar».

«Viví tres años en la cárcel…

no como prisionero político,

sino como delincuente vulgar…

Comí el rancho de castigo con ladrones y grandes asesinos…»

La cárcel fue su escuela inicial, donde aprendió, de la mano de don Quijote, la lección del amor y de la entrega como método de superación personal. El mito cervantino le acompañará a lo largo de toda su existencia como uno de los modelos ejemplares base para él y para el hombre.

Tras tres años de estancia en Guinea Ecuatorial, en aquellos años colonia española, trabajando como administrador de hospitales, viajó a México en 1922, con una carta de Alfonso Reyes que habría de abrirle las puertas del ambiente intelectual mexicano.

Trabajó como bibliotecario en Veracruz, y como profesor de literatura española en la Universidad Cornell, Estados Unidos. Contrajo un segundo matrimonio con Berta Gamboa, también profesora, con quien compartió su vida.

León Felipe y Berta Gamboa en la trinchera Casa de Campo. Fotografía: Archivo Saiz Viadero.

Volvió a España poco antes de iniciarse la guerra civil, y apoyó la república hasta 1938, año en que se exilió definitivamente a México.

La experiencia de la guerra civil y el exilio posterior configuraron una voz poética combativa y rebelde. Murió en Ciudad de México el 18 de septiembre de 1968.

«LA INSIGNIA. Alocución poemática» es una cruda moraleja que sintetiza una serie de binomios: acción y moral, libertad y justicia, política y arte. La mirada del poeta, derrotado, mantiene la victoria moral que los anarquistas de la FAI activaron en las luchas de 1937, cuando León Felipe subió al escenario del Coliseum de Barcelona, la moral que necesita para luchar contra el cinismo y las tesis que desgajan al hombre de su naturaleza colectiva. Luego se asocia, una vez más, con la rigurosa y determinada sencillez de Kropotkin…